domingo, 20 de diciembre de 2009

Perte II

Nico, una vez vio que la llamada perdida era de la chica con la que últimamente se veía, no podía parar de pensar en aquello que aquel día le hizo sentirse tan culpable.
Había pasado poco tiempo desde que ella se había marchado triste, y a pesar de todos los intentos telefónicos por haberlo solucionado pocos minutos después, no había servido para nada.
No le gustaba ver esa sonrisa apagada y por mucho que lo intentara aquella noche no había forma. No era una noche especial, no celebraban nada, estaban todos juntos y todo marchaba aparentemente bien hasta que ella se fue. Como la luz que rodea al árbol de navidad y se funde, como el agua caliente que en invierno no quiere fluir, como el frío gélido que se mete hasta los huesos a pesar de vestir tres calcetines y tres chaquetas en esos inviernos helados. Como la noche en que marchó.
Nico quería contárselo a su abuelo, quería expresarse de la forma más sincera, pero siempre parecía que sus problemas, los de su abuelo, eran cien veces más importantes. Como si no quisiera escuchar a su nieto por miedo a lo que pudiera contar.
Volvió a encender su cigarro de tabaco de liar.

viernes, 11 de diciembre de 2009

Parte I

Le cuenta el abuelo sentado en la ventana la de horas que se pasaban cuando él era joven sentado en aquellas mesas formadas por caballetes y un tablón doblado por el paso del tiempo tratando de escribir esas cartas de amor y desengaño a las niñas más bonitas de su pueblo.
El nieto, sin embargo, le escucha atentamente en su silla roja con ruedas, respaldo mullido y ajustable. Cuando el abuelo Víctor dejaba de hablar para volver a encenderse el cigarrillo de tabaco de liar que le mantenía en continua guerra cada vez que se apagaba, Nico, su nieto, miraba el móvil disimuladamente para comprobar que la llamada perdida que había sentido mientras su abuelo hablaba era de la chica con la que actualmente se veía.

martes, 1 de diciembre de 2009

Anarquía

Los famosos son una excepción. Para ella era un famoso porque tenía más de ochocientos admiradores en el facebook. Como dijo hace un tiempo un buen artista, si se corta la luz, esos ochocientos admiradores desaparecen y pasaría a ser tan famoso como yo. Anónimo, pero resultón.
Cuando tienes reglas, las excepciones emanan como fuentes. No las buscas, no las deseas (todas), pero vienen. Se presentan y te cantan aquella canción que te hizo enamorarte de aquella camarera de ese bar de mala muerte. ¿Quién no se ha enamorado al pie de una barra de un bar?
Te pones el Ipod para pasar del Rock a algo más poperillo y vienen recuerdos de aquella canción que te hizo llorar en aquel bar de deseada muerte artística, y posterior muerte física.
Abres la puerta de casa despues de pelearte con el frío para sacar las llaves de ese nuevo pantalón que te daña al querer llegar, y es inevitable pensar en los bares en que nacieron cinco de nuestras canciones. Quedó algo de nosotros en esos lugares.
Para ella era la excepción que confirma la regla.

martes, 17 de noviembre de 2009

Recuerdos de aquella canción

Me pongo los tapones. Trato de no escucharte, ni siquiera dentro de mí. Aguanto las respiración y cierro los ojos. No te veo, no te siento. Apago el móvil por si apareces con esa luz roja que tantos días añoré. Ni siquiera te escucho. Me siento en un estado parecido al trance entre el sueño y la consciencia. Piensas, pero no oyes, no ves, y si no te das cuenta, casi ni respiras. Dulce batalla entre sueño y serenidad.
Llevo tres días mirando cómo las gotas corren por la ventana. Retumban en los tejados y componen una bonita melodía. Inquieto, ansioso, deseoso, arrugo y re-arrugo cincuenta folios en busca de la canción definitiva. No sé si será el imprescindible inglés, el romántico francés, el deseado catalán o el recurrido castellano, el que ponga las palabras de las gotas al caer. Vuelve a sonar Tonight.
No llueve, no lo oigo, no lo veo. Lo siento, y esta vez será en inglés.

martes, 3 de noviembre de 2009

Past perfect

Inmersos en un juego de niños, entre chupachuses de dos sabores, peleas por ganar más tazos que cualquiera de tus amigos, agujeros en el suelo que servían del más preciado refugio para las mil canicas de colores que se caían de los bolsos como dicta Amelie, instantes detenidos ante la fija mirada de quien te vigilaba tras decir esconderite inglés, relojes analógicos que jugaban partidos enteros para marcar un gol y no hacer ningún penalty, aviones de papel que desafiaban todas las leyes de la física para volar y volar haciendo los mejores lupings del recreo, balones que te buscaban desafiantes para pasar a ser guardian y disparar... fuera el que fuese el juego, siempre había una palabra mágica que paraba cualquiera de los juegos como si de una ley no escrita se tratara.
"Uve" detenía el tiempo. Su voz se alzaba por encima de las demás y oyese quien la oyese no podia resistirse. Aquel que alzaba sus dedos en señal de victoria y lo exclamaba sentía el poder del respeto. Nos sentíamos orgullosos de sus letras y todos las acatábamos.
¡Qué felices éramos cuándo estaba Uve!

lunes, 26 de octubre de 2009

Hot 'n' roll

La soltura y el cariño que nos concedía el alcohol aquella noche dio paso a un agotamiento de lo más bonito fruto de un continuo juego de risas localizadas. Todo ello desembocó en un corto y profundo sueño en el que las dos partes implicadas, después de mucho forcejear, amanecieron espalda contra espalda, en un completísimo silencio.
La soltura y el cariño que les había regalado el alcohol la noche anterior se veían rebatidos por un nerviosismo instantáneo consecuencia del brutal silencio y la ausencia de movimientos. Él buscaba una posición mejor poniendo únicamente su cabeza al otro lado, debajo de su brazo derecho, encima de la almohada... y todo ello en un preciso murmullo. Ella, carente de sueño, lo exclamo sin más consciente de no ser la única despierta, y volvió a salirse con la suya en aquello de la forma en la que había que dormir.
La soltura y el cariño que les había facilitado el alcohol la noche anterior, fue sustituido por un juego de palabras cada vez más acertadas en las que se descifraban la soltura y el cariño que aún quedaba de hacía apenas unas horas. Hacía calor y la música se escuchaba aún mejor.

domingo, 18 de octubre de 2009

con V de Velocidad

Le había vuelto a pasar. Las prisas nunca fueron buenas consejeras. Pero él, ilusionado con la rapidez desde que tardó en salir, ansiaba la velocidad en todo lo que podía. Y aquello no iba a ser menos.
El sonido de sus tacones marcaban los minutos. Una mirada tímida se encargaba de darle la luz suficiente para sacar esa bonita sonrisa. Lunares estratégicos y manos demasiado delicadas que se agarran muy fuerte y cada vez más fuerte. Su elegante altura permitía ver con perspectiva la grandeza de la situación.
Analizándolo con calma, él sólo corría con el coche. Y de momento sólo podía lo que la L verde y blanca de la parte de atrás le dejaba. Era capaz de ir despacio con lo único que podía correr. Y ella no iba a ser menos.

martes, 13 de octubre de 2009

Un café con leche, por favor

No encontraba ni el momento ni las palabras para invitarla a tomar ese primer café. Muchos creen, y él era uno de ellos, que el primer café después del primer beso después de esa noche de fiesta y alcohol, sería el más importante de todos los siguientes. Para empezar no sabía si le gustaba el café y corría el riesgo de una mala respuesta:

- No me gusta el café.

-Vamos a un bar. Puedes pedir lo que tú quieras.

La solución al primer problema era más que evidente y su sencillez le hacía estar más tranquilo. Pero había algo que le intrigaba cuando pensaba en ese primer café. La forma de saludarse antes de ese primer café es uno de esos trámites incómodos que todos pasan alguna vez, pero a pesar de ello, quería solucionarlo cuanto antes.


Cada uno en la mesa, él con su café con leche y el sobre de azúcar entero, y ella con lo que le apeteciese, “déjame que te cuente...”

domingo, 4 de octubre de 2009

Déjame que te cuente

Después de leerla una vez más, por fin se atrevió a romperla. La veía arrugada metida en la papelera cuadrada de la esquina de cualquier baño, con su bolsa de basura tres tallas mayor que la papelera, y por miedo a volver a leerla, finalmente la quemó.

Se trataba de la última carta que le había escrito. Hablaba de sus viajes, de sus ganas de verle, se sus miedos.
Esta carta se convirtió en su especie de libro de mesita de noche. Esos libros que todos tenemos (o deberíamos) en nuestra mesita de noche, para que antes de echarnos a dormir, leamos un cuento (su libro favorito era un libro de cuentos), o ese capítulo que sin saber por qué le hacía descansar mejor. Eran más de tres hojas escritas a doble cara con una letra bastante casual pero como siempre bien juntita.
Hacía más de un año que se había ido pero aquella noche fue incapaz de no leerla entera. Cuando leía sólo el principio había pasado un día de mierda. Le venía esa sensación de querer llorar y sólo le hacía falta la mitad de la primera hoja para acabar ahogando el llanto en su almohada: prometía más sinceridad, más confianza y le pedía más tiempo. Siempre quería todo el tiempo del mundo.
Los días normales, aquellos en los que te acuestas ni siquiera habiéndote masturbado, se conformaba con leer alguna palabra perfectamente localizada en las viejas hojas del tipo cariño, vida, o mi amor, para poder encender la televisión y poner cualquier cadena con el temporizador un máximo de media hora y esperar a levantarse a la mañana siguiente.
Sólo eran los días en los que caminaba por la calle contento, cantando su música sin importarle quien o quienes mirasen y pensaran lo que fuese de él, en los que leía la última parte de la carta.. Parte en la que únicamente relataba uno de sus momentos favoritos. Momento en el que jugaban. Momento en el que se conocían. Se atrevían a enfadarse para sentir el calor de la reconciliación. Momento en el que se abrazaban. Parecía una descripción de un guía de cualquier museo. El cuadro perfecto explicado parte por parte. El paisaje maestro del autor relatado con suma delicadeza. El paisaje: una cama, dos protagonistas, y muchas ganas de vivir.

Pero aquella noche era diferente. Había pasado mucho tiempo desde que esa carta se escribió. El trato que mantenían era el máximo que el tiempo pasado les permitía. Aquella noche no la cogió para buscar un revulsivo que le hiciese explotar, ni cuatro palabras que le hiciesen vivir, ni siquiera una escena que le demostrase lo que era querer. Sentía el tiempo encima como una pesada losa y aquella noche lo leyó y simplemente porque se acordó. Quería recordarla como lo que fue dejando a un lado lo que podría ser. Pasó página (tres) y vio lo valioso del tiempo. La arrugó y la tiró. Se sentía bien, pero tenía miedo de volver a leerla. Miedo de un día malo, de un día normal o un buen día. Por eso la quemó.
Tenía miedo de volver a recordarla. Miedo de volver a quererla.

domingo, 27 de septiembre de 2009

Carta (de amor) que algun día mandaré (y espero que nunca leas).

Comienzo tachando de amor y limpiándome los mocos donde antes me limpiaba las lágrimas donde siempre te tumbas. Estoy demasiado congestionado para percibir todavía tu olor, así que como tantas otras noches juego a imaginármelo. La práctica le da credibilidad.
Parece que aún estás ahí, boca abajo, con tus largas piernas dobladas sobre tu vaya-culazo-que-te-hace-ese-vaquero-nuevo, y tu rostro, tan sublime como siempre, bien apretado contra la almohada para que no se quede ni una gota de olor en ti. Juego a mirarte y juegas acertando en el momento justo para mirarme con tu sonrisa, con lo que sonrío y te pongo la mano en la espalda, juguetona, hasta tocarte el culo. Es sólo el principio.
Me expresas tu particular cariño en forma de reproche y me das alas para seguir, aunque siempre advirtiéndome del riesgo de no acabar.
Lo siguiente es enfadarme, para darte la espalda, porque sé, que así, sentiré tu brazo y tu pierna derecha sobre mí. Muy cerca y escuchando tus mismas palabras cada día. Trato de encontrar tu mano y cuando lo consigo la aprieto, la aprieto fuerte. Entonces, sin soltarme, trato de girarme para sentirte tan cerca pudiendo verte, pero si no te lo pido, te sueltas.
Ahora toca el olor de tu pelo en mi almohada. Ya no hace falta jugar a mirarte, mi mano se abalanza y se muere por tocarte. Tú no te mueves, cambias el rostro, cambias la voz cuando exclamas, pero no te mueves. Sonríes. Te toca enfadarte. Rápidamente te giras y es mi turno. Te abrazo y te miro desde arriba. Busco tu boca escondida y sonriente. Pero te escondes. Te quito el pelo para encontrarte, y aparece mi arma, tu débil, mi fuerte. No te mueves, te estremeces. Me dices lo de siempre y ya no te enfadas. Te giras y yo me quedo inmóvil. De cerca, frente con frente, nos miramos. Te pido que me abraces. Sonríes y me abrazas. Nos perdemos en la oscuridad de la cercanía y el tiempo pasa con pies de plomo. Eso es el tiempo. Tiempo en el que te siento. Tiempo en el que vivo. Tiempo en el que quiero vivir. Tiempo en el que te quiero.

sábado, 26 de septiembre de 2009

Rayuela

Se escuchaba la respiración consciente de los nervios que tenía. Estaba sólo en casa y no podía parar de pensar en ella. Se había ido y lo había hecho casi sin despedirse. Hacía frío y los temblores no ayudaban a calmarse. Tenía que leer dos libros en algo más de una semana y le daba miedo seguir haciéndolo. Leía y se metía en la piel del autor. Días más tarde, parecía autobiográfico. Seres maravillosos y tiempo parado por la oscuridad de la música cómplice. El morbo de lo prohibido. Otra vez, como en ese otro libro. Seguía nervioso y no quería seguir leyendo. No sabe como acaba el libro, pero sobre todo, hay muchas cosas que no entiende. Demasiada música americana y europea de los años 40. Mucha filosofía. Mucho arte. Mucha cultura. Y él, un inculto cualquiera, no quería leer ni una línea más sin entenderla toda ella. Tenía todo el tiempo del mundo por eso quería llegar hasta el final. Todo libro tiene un final bonito o un final sin más, pero una historia así no podría quedarse sin un final.. Y por eso, en contra de sus nervios y el frío de aquella noche, iría a la cama a entrar en calor a leer.
Hay dos libros dentro del mismo libro. Por eso, tranquilo, vacilón, juguetón y un poco cabrón, aunque siempre alentado por su calor, leería hasta acabar, consciente de tener un final alternativo. Otra historia que leer. Otro cuento que escribir. Otro final que poner. Otra alternativa.

viernes, 25 de septiembre de 2009

Play

Habiendo canciones perfectamente escritas y bien cantadas sería estúpido tratar de escribir algo que se le parezca. Pero será esa manía de hacer aquello que los demás tildan de estúpido, de raro, de no bueno. Bien, yo prefiero llamarlo alternativo y me quedo con la bohemia de mis intentos. Me gusta y con eso me vale. Me hace sentir bien y me da confianza para seguir. Pero seguimos, seguimos con ese miedo que nos impide mirarnos a la cara para decirnos lo absolutamente raros que queremos ser. Es en días como este, o noches como aquella, en las que me acuerdo de las líneas de Rayuela en la que el Cíclope se apodera de nosotros, y así, monoculares, jugamos a vernos en la oscuridad de nuestras sonrisas más profundas, y por ello, poder abrir los ojos, cada uno el nuestro, y ver que en realidad tenemos dos cada uno y todo esto es de verdad.

lunes, 21 de septiembre de 2009

Marionetas invisibles. La Palabra.

Esas fueron las últimas palabras enunciadas por el Sabio antes de desaparecer. Eran las seis de la mañana y su cuerpo no quería soportar más anestesia. Sabía perfectamente lo que pasaba, llevaba meses pensándolo pero jamás pensó que ocurriría tan pronto. Se marchó gritando lo que trató de explicarle a La hija del apoderado hasta que llegó a su casa, donde dos semanas más tarde, agentes de la seguridad lo encontraron muerto tras ser varias las sospechas de su desaparición.

Meses después, tras la investigación de las causas de su muerte, se averiguó que fue voluntaria. Se suicidó. Pero antes de hacerlo, en uno de sus arrebatos de divulgación de sus ideas, dejó en su cajón de su mesita de noche, una fotografía suya de antes de su muerte escrita y titulada La Palabra:

"Muchos de vosotros diréis que el loco del pueblo se suicidó. Otros diréis que ya no aguantaba más, que su cabeza estalló. Pues bien, yo prefiero pensar, y por eso lo hago, que no es un suicidio. Es un nacimiento. Me mato para volver a nacer. No sé si lo conseguiré pero al menos quiero intentarlo. Está muy bien tener tus ideas pero hay que luchar por ellas. Como muchos sabréis, creo en la reencarnación. Y por eso lo hago. Me he cansado de esto que me ha tocado vivir. No lo puedo cambiar porque no es culpa mía. Tendría que cambiaros a todos vosotros. No sois capaces de ver aquello que no os importa. Y por eso me voy. No quiero ni entierros ni ceremonias por aquello de lo que siempre huisteis, no seáis hipócritas por favor, dejadme en paz. Como hasta ahora, seguid vuestras vidas de mentira y pensad que sois felices. ¡Sed felices! Yo no pude y por eso me largo. Me gustaría ver desde otro lado, desde el que sea, a todos vosotros como seguís. Ver si sois capaces de cambiar. Igual algo tan temido como la muerte os hace recuperar la visión. Aunque no creo, porque siempre os importé una mierda. Pero me gustaría, me gustaría veros desde otro lado. Y estoy seguro, que si algún día lo consigo, me haré notar.
Así que, queridos enemigos, causantes de mi feliz muerte, nunca os olvidéis de mí, porque a mi manera, estoy convencido de que siempre seguiré ahí."


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viernes, 18 de septiembre de 2009

Marionetas invisibles. La mujer del apoderado.

Las voces del sabio desaparecieron a lo lejos juntos con sus pasos. El silencio al que dio paso con sus últimas palabras se rompió con un hervidero de murmureos continuos. El Rey y el Carnicero, sorprendidos como uno más, dejaron de tener el protagonismo que todo el pueblo les había dado.
Sin embargo, el Sabio, se dirigió al único sitio en el que en todos sus discursos, panfletos repartidos, charlas y demás propagandas, siempre señalaba. Era el bar "El arrepentido", donde su dueño se ganó la fama de barman psicólogo que servía el único medicamento que a altas horas de la madrugada hacía efecto a quienes frecuentaban su local. Allí, como cualquier otro día a cualquier otra hora, estaba la mujer que hacía de ese lugar su segunda vivienda, si no fuera porque su dueño le echaba cada noche a la hora de cerrar. Era una mujer guapa, bien vestida, perfumada cada mañana y apestada cada noche, de buen ver, y con mucho dinero. Vivía sola, estaba casada pero su marido, por motivos de trabajo, no pasaba por el pueblo mas que una vez al mes. Era conocida como la Mujer de apoderado, y allí estaba una tarde más.

-¡Ya está aquí el listillo del pueblo! - se apresuró a vacilar en cuanto el Sabio entró por la puerta- ¿De qué nos quieres convencer hoy, del capitalismo en que estamos, de la farsa de país en que vivimos, de... -De que no sólo la puta eres tú, ¡putas somos todos!- Le cortó el Sabio con voz decidida. Ella, contenta artificialmente como era de esperar, reía a carcajadas. Cuando paró, por fin pudieron hablar.

-Vengo de la plaza de la charla del Rey y de mi amigo el Carnicero. Por fin ha pasado lo que tantas veces imaginé, la gente no veía a quien hablaba, sólo le escuchaba.

El Sabio, cansado de explicarle lo vivido en la plaza, dispuesto a marcharse por donde horas antes había entrado, fue cortado por la Mujer del apoderado:

-¿Y lo de las putas?, explícame lo de las putas.

-Putas somos todos. Todos queremos algo que no tenemos y para conseguirlo hacemos cualquier cosa. Yo mismamente, me emborracho para poder explicarle a gente cómo tú lo que no soy capaz de hacer un martes por la mañana. Eso es una forma de prostitución. Prostitución mental. Cambiamos embriaguez por facilidad de palabra. ¿Y tú? Tú cambias el dinero de tu marido por la compañía del barman, que piensas que te ayuda, pero sólo te cobra. Ves, él es otra puta, porque cobra. ¿Y los del pueblo? Los del pueblo más de lo mismo, creían que al acabar la charla del Carnicero repartirían cualquier cosa, cualquier cosa por estúpida que fuese les valdría, como tantas otras veces. Ellos cambian su tiempo por algo inútil. Cambian cualquier cosa por la novedad, por algo que no tengan.

miércoles, 16 de septiembre de 2009

marionetas invisibles. El sabio


Cada vez eran más los gritos del público asombrado por lo que empezaban a ver. La situación, para algunos, volvió a la normalidad que se perdió en el momento en que los del escenario desaparecían cuando empezaban a hablar. Primero fue el Rey, que tendría que haber salido al escenario para presentar al Carnicero, pero para el asombro de todos, no salió, sólo se oía su voz enunciando sus palabras de elogio hacia nuestro protagonista. La voz de uno se alternaba con la presencia atenta e ilusoria del otro, no coincidiendo en ningún momento los dos en el escenario. Por eso, el público, acostumbrados en cierto modo, sin dejar a un lado el grado de fantasía de lo que estaba ocurriendo en su pueblo aquella tarde de invierno, exclamaba sorprendida al ver en pequeños periodos de tiempo a los dos, al Rey y al Carnicero, a la vez en el escenario.
El Carnicero, atónito entre tanto grito de asombro del público, y gritos en ningún caso comprendidos, dejó de hablar porque a lo lejos, entre el público, se oían las explicaciones de quien parecía entender el misterio.

-Amigos, sabía que esto pasaría algún día. Vivimos en un mundo de mentira, un mundo de egoísmos. Un mundo en el que no creemos más allá de lo que no vivimos. Somos tan egocéntricos, que ha llegado el punto, en el que lo que nos cuentan los demás deja de tener significado por el simple hecho de que es algo, que aunque queramos evitarlo, no nos atañe...

Era la voz del Sabio del pueblo, el Sabio comúnmente conocido. Siempre repartiendo folletos sobre la felicidad, las mentiras, las creencias y las ilusiones. Eran pocos los que le creían. Había alguno que incluso le seguía. No le rezaban porque detestaba la presencia de un ser superior. Él era fiel a su razón, a su conocimiento. Todos, absolutamente todos le escuchaban atentamente.

- Sólo queréis la felicidad personal. Vivís con indiferencia a los demás. Sólo os importan los vuestros, que lógicamente no son muchos. En este mundo, más de seis mil millones de personas se despiertan cada día y sólo pensáis en vosotros. Pero me alegro, me alegro mucho de lo que estamos viviendo. Vosotros, indiferentes a las palabras de mi amigo el Carnicero, escucháis como si de una película se tratase. No lo sentís, no lo interiorizáis. Y como la mente es mucho más lista que todos nosotros juntos, decide no ver aquello que no sentís. ¿No os dais cuenta? Vuestra propia mente os priva de vuestra libertad. Os reduce los sentidos por no sentir más allá de vuestros culos. Me alegro, me alegro mucho...

martes, 15 de septiembre de 2009

Marionetas invisibles. Dulzura

- Su gente nunca dejaba de sonreír, pero tendríais que ver sus caras cuando nos veían aparecer. Eran caras sinceras, se les veía contentos, tenían esperanza, y te ofrecían todo lo que tuvieran. Su compañerismo alcanzaba barreras insospechables. Hacían todo en cuanto tuviesen en su mano.
Pasaron más de dos meses hasta que comprendí por qué era el país de los sueños infinitos. Sus habitantes, da igual del pueblo que fuesen, se alimentaban de sus sueños. Había días que no podían comer. Raro era el día en que podían beber más de una vez al día un poco de agua. Pero aún así, viviendo en unas condiciones ínfimas, siempre sonreían. Y al final supe por qué.
Una tarde en la que la hija de la Posada y yo íbamos a un pueblo del sur del País, nada más llegar, conocimos a una niña de unos 7 años, rostro tímido con ropas viejas pero de color alegre. Tenía la cara claramente quemada por el sol pero su rostro reflejaba la más pura sinceridad y dulzura de una niña feliz de su edad. Desde ese momento, para nosotros fue la niña dulzura, Dulzura sin más para acortar, y gracias a ella supimos el porqué del nombre de su país...

El Carnicero, a gusto con el micrófono, como si un profesional del asunto se tratase, seguía hablando y cautivando las almas de todos los que le escuchaban.

- Dulzura nos dijo que no sonreían por que les hiciéramos gracia, ni porque tuviesen de por sí un gesto alegre, que lo hacían porque su día a día era un continuo sueño. Un sueño que sólo se detenía cuando por las noches dormían y comenzaban a soñar. Sí, sé que suena raro y confuso, pero tratar de interiorizarlo, creerme. Sus vidas son un sueño continuo. Sueñan con tener una casa con agua, luz. Con poder comer... Sueñan despiertos.

Gente del público, mirando al escenario en el que sólo estaba el Rey, y en una posición de trance, inmóviles totalmente, exclamaba:
"¡ey mirad, el Carnicero ha vuelto a aparecer!"

lunes, 14 de septiembre de 2009

Marionetas invisibles. La hija de la Posada

-Estoy muy contento de estar aquí. Como ya os ha dicho el Rey, acabo de llegar de un largo viaje. Viaje en el que he aprendido mucho, y por eso me han traído, para tratar de contároslo...

El público no tenía explicación para lo que estaban viendo: todo el que hablaba en el escenario, desaparecía, y cuando se callaba, aparecía, como si un juego de ilusionismo se tratara. A pesar de ello, quizás por el juego de magia en el que se veían metidos, escuchaban cada palabra con una atención infinita.

-Nada más llegar, -continuaba diciendo el Carnicero- me alojaron en una humilde posada a cambio de ejercer para su escasa clientela mi profesión familiar. Mi profesión de carnicero. Las cosas marchaban perfectamente, trabajaba por la mañanas, y por las tardes me dedicaba a conocer a sus gentes, a ayudarles en todo lo que podía. Pronto se me empezó a conocer por el pueblo como el extranjero fugaz, ya que todo el mundo había oído hablar de mi pero muy poca gente era la que conseguía verme más de dos minutos. Un día, al despertarme me vi metido en una rutina que no me gustaba, no me llenaba, me levantaba sabiendo que tendría dos horas de trabajo y lo que antes era una tarde de vocación se había convertido en una tarde de obligación. Por suerte, conocí a la hija de la Posada, que como os podéis imaginar, era la hija de los dueños de la posada en la que me alojaba. Y sí, me enamoré, pero eso no os importa demasiado. Me ayudó a salir de la rutina en la que poco a poco me habían metido, dejaron de llamarme el extranjero fugaz para llamarme por mi propio nombre, y las tardes de obligación habían pasado a ser tardes de transición entre los pueblos de los alrededores, ahora con su colaboración, para poner un poco más de nuestra parte y echarles un cable...

La voz del carnicero sonaba como una perfecta melodía y todo el mundo escuchaba entusiasmado.

jueves, 10 de septiembre de 2009

Marionetas invisibles. El Carnicero


-Gracias por haber venido, hoy es un día muy importante para todos nosotros. Tengo el honor de presentarles a quien a partir de hoy se convertirá en el modelo social a seguir por todos nosotros. Mi amigo de la infancia y de profesión carnicero, recién llegado del país de los sueños infinitos, ha venido para contarnos su particular historia. Quiero que le recibamos con un cálido aplauso...-

La gente, fiel a su líder, empezó a aplaudir de manera desaforada hasta que cayó en un repentino silencio cuando vieron por fin al Carnicero. La voz del Rey seguía sonando por encima de todo el murmullo para alabar a su amigo, pero en el escenario sólo se veía al futuro modelo a seguir.
En un gesto de cariño y agradecimiento, el Carnicero dio lo que para todo el mundo fue un abrazo al aire. Entonces, sucedió.

-Estoy muy contento de estar aquí-, comenzó a decir el Carnicero. De repente, quien apareció de la nada en el escenario fue el Rey, y el Carnicero, como por arte de magia, desapareció, aunque su voz seguía oyéndose a la perfección, incluso por el Rey, quien escuchaba con admiración y ajeno a todo el desconcierto general.

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Marionetas invisibles. El rey


Se sostenía en equilibrio con la duda puesta en los nudos de sus cuerdas. Era el rey, y como cualquier otro, vestía majestuosa capa, melena impoluta sujeta por su corona de honor y zapatos de oro. Pero aún no estaba seguro de sí mismo. Era invierno y por culpa de esos días fríos le costaba coordinar sus pasos y el camino se complicaba todavía más.
La gente, ansiosa, aguardaba su llegada y su aparición se hacía esperar. Su voz, peculiar como el cargo que le había tocado vivir, empezó a sonar a lo lejos y cada vez más clara.
"Amigos, ya estoy aquí", -dijo-.
La gente, asustada, le oía pero por más que miraban no se le veía por ninguna parte.

-Gracias por haber venido, hoy es un día muy importante para todos nosotros...

domingo, 6 de septiembre de 2009

Días feos de septiembre

Hoy me han preguntado si escribo para desahogar. Bien, es buena pregunta, no quiero dar una mala respuesta:
No, desahogar no es la palabra. O quizás sí. Englobar todo un por qué en una sola palabra no es tarea fácil.
Lo hago, en primer lugar, porque es más fácil que no hacerlo y tenerlo por siempre ahí metido. Es una forma de evasión, ese rincón al que poder acudir los días de tormenta, o las terrazas a pie de playa en las que beber cerveza los días bonitos de septiembre. -Los días de septiembre siempre siempre eran bonitos-. Escribo, porque una vez leí, a mi estimable bohemia revolucionaria, que al papel no se le puede mentir. Se le puede mentir a tu mujer en tus bodas de plata, se le puede mentir a un cura el día de tu boda, se le puede mentir a tus padres, pero tú ,sólo, con tu música o sin ella, y tu folio en blanco, ahí no caben mentiras.
Quizás escribamos, no sólo yo, por eso. Para compensar las mentiras que cada día nos inventamos.

Si me preguntan por qué yo diría por nada, si me preguntan cómo yo diría por qué.

lunes, 17 de agosto de 2009

Quince días.

Para empezar, te quiero. No sé si estoy despierto o si tengo los ojos abiertos. No esta mal para empezar, es un buen comienzo. No sé quién tiene la culpa. Nos vemos a escondidas en la ciudad del viento. No me mires con tus ojos tristes, aún guardo en la memoria aquellos días grises. Nos hemos dado todo lo que hemos recibido. No queremos normas, nos gusta la evolución, queremos transformarnos. Lo que viene es fácil, nos gusta conocernos, te gusta viajar, me gusta encontrarte. Maldito y maldita.
Punto y a parte. Volvemos a tratarnos de cariño. Nos sobran los cariños. Etapa nueva, etapa por descubrir. No suena mal. Seguimos por la misma senda. Parece que nos conocemos, no nos engañamos, y si lo hacemos, nos tiramos al mar. Nos gusta ese juego, jugamos a jugar, nos hace feliz. ¿Dónde quedó el rumor?
Esto merece otro punto y a parte. Nos hemos vuelto a cruzar. Nos hemos vuelto a entender. Me estoy empezando a congestionar, el calor no me deja respirar, pero el ritmillo que impones da ganas de volar. Pero esta vez la cadena se rompió y esperemos, que con ello, el dolor vaya a terminar. Hasta entonces, grita, grita y desahógate. Verás que poco tardamos en saltar.
Y si todo eso no funciona, nos vamos, solos o cada uno por su lado. Para quedarnos o irnos para volver. Irnos para bebernos lágrimas de los ojos. Puede que sobren palabras, o quizá falten más. Es lo menos que puedo hacer, es lo de siempre.
Y con esto último concluiremos esas quince sensaciones con un punto final. Un buen principio y un final aún mejor. Creo que la clave está en verbalizar, que dícese del acto en el que decimos sin prejuicios y sin miedos aquello que sentimos, y sobre todo, todo el amor que tenemos en los huesos.

miércoles, 10 de junio de 2009

Tonight

No sé escribir con música, y por eso está sonando esa canción que tanto te gusta. La quijotera no para de protestar y por más que trate de engañarla, son esas jodidas sensaciones que juegan con ella a su antojo.
Escribo para descargar, y por eso pongo esa canción que tanto te gusta. Me duele la cabeza, y ya son más de dos día seguidos. Por más que me drogue, siempre vuelve. Y es que las ilusiones no alimentan, engordan.

Tú sigues igual de estilizada.

martes, 2 de junio de 2009

Eau

Esa sensación de pasear, tranquilamente por la calle, cruzarte con alguien, y que su perfume, al pasar, te haga recordar la última vez que la viste. Es curioso, parece estar ahí, caminas más despacio para poder sentirlo al menos un par de pasos más, y cuando avanzas lo suficiente como para que quede tan sólo en la memoria, no te giras, porque sabes que a quien verás no es quien quisieras.

Entonces, en un gesto habitual miras el iPod para ver qué sonaba. Esa sensación fruto de coincidencias inesperadas, retumba dentro de ti. Has escuchado muchas versiones, versiones que viajaban desde Argentina hasta el Gran Café, pasando por Madrid y Barcelona. Has visto muchos vídeos. Te gustaría tocarla y que alguien la cantara.

...

Llegas a casa, escuchas esa canción que te inspira, y al final piensas que aún no sabes qué colonia usa.

domingo, 17 de mayo de 2009

The place

Esto es nuevo. Nunca abrí una hoja de Word para publicar una entrada porque nunca me vi en esta situación. Necesito ponerme a prueba. Necesito poneros a prueba. Quiero ver hasta dónde soy capaz de llegar. Quiero ver hasta donde sois capaces de leer. Por eso la hoja de Word, quiero que sea algo grande, algo largo. De momento lo voy consiguiendo. No contesto a las llamadas que no se me antojan necesarias, tampoco tengo intención de hacerlo. No rechazo las llamadas por el miedo al rechazo. Suena paradójico, por eso tengo el móvil en silencio. No quiero escucharlo. Las llamadas son repetitivas y siempre monótonas. La que suena es la que menos me gustó, no me gusta perder el control. Tampoco soy cuadriculado, así que no me replanteo el fututo, que de por sí, creo, que está mal dicho, plantearte otra vez algo que no ha pasado me parece difícil. Por eso me replanteo el pasado, para saber qué hacer mañana. Creo que haber estrenado la cachimba, de una forma más torpona que yo mismo, me hará aficionarme a la cachimba, de una forma tan ágil como yo mismo. Ventajas, inconvenientes, secretos y mentiras de uno mismo. Qué le vamos a hacer. La estrenaremos en lo que a partir de ahora será el lugar para desconectar, de color naranja en primavera y otoño, rojizo en verano, y verde todo el año. A partir de ahora ese será el ‘lugar’.

lunes, 11 de mayo de 2009

Un mundo de palabras

Siento como si debiera unas palabras. Sería bonito poder intercambiar cosas con palabras como moneda de cambio. Entonces estoy seguro que muchos pobres serían ricos y muchos de los ricos no tendrían más que para poder comer. Las palabras escritas a ordenador serían las tarjetas de crédito, rápidas y que navegan de aquí para allá como lo hacen los números de todos. Las frases manuscritas empezarían a cobrar más valor del que ahora podemos darle y tendrían el valor del dinero en efectivo que nos gusta poder llevar para disfrutarlo.
Pero en este mundo de fantasía y de merecidas envidias la palma se la llevarían las canciones, las canciones que te hagan pensar, las canciones con las que te puedas identificar, las canciones que te gusta escuchar por mucho tiempo que haya pasado desde el día que la 'compraste'.
Serían las canciones comerciales los despampanantes yates de los ricos por convenio que lucen sus ganancias como si de su trabajo se tratase.
Pero si se pudiese escoger, me gustaría poder ser un velero en este mundo musical, esas 'pequeñas' canciones inconfundibles, que suenan en pequeños bares para gente que las sabe apreciar, o las que suenan en teatros abarrotados por el silencio de los muchos corazones que las sienten. Esas canciones que surcan los mares sin hacer ruido y que rompen las olas por altas que sean.

miércoles, 29 de abril de 2009

Amigo de los hippies

Salía de casa dispuesto a comerse el mundo. No tenía miedo de nada y estaba tan seguro de sí mismo que ni se despidió de sus padres al salir. Daba por supuesto que no tenía hora de volver a casa, si es que volvía esa noche a dormir, que lo dudaba a cada momento.
La noche no era fría y se podía andar tan a gusto con su jersey de rayas y sus converse viejas y rotas. Incluso había salido con su iPod para escuchar música en el pequeño camino que había hasta el lugar donde habían quedado. Iban a cenar, y no a cualquier sitio. No era ni el Burguer King ni el McDonals, tampoco había un camarero preguntándote cada vez que te metes un bocado a la boca si todo es de su agrado, caballero. Había platos y cubiertos y no había un servicio tan agradable que se convirtiera en pesado. Podíamos beber un vino de más de 20 euros con cola del super o si queríamos con Coca-Cola, o sólo, o sola. Se podía fumar, era un recinto lo suficientemente pequeño como para no habilitar una zona para cada uno. Lo nuestro era un capricho, sería el postre del postre. También teníamos tarta casera y rosquillas de la abuela.
Estaba todo preparado y había que darle al play. Estaba en lista aleatoria y la canción sonó al azar.
Desenlace.

sábado, 28 de marzo de 2009

Corto.

Busco las palabras en las experiencias cercanas, la dinámica no cambia en absoluto. No me hace falta mucho para hacer una entrada de la que creas entender todo y solamente la entienda yo. Podría escribir sobre dos actores del tres al cuarto que se conocen en un bareto del tres al cuarto y explicar cómo trataban de improvisar cuando el guión estaba más escrito e interiorizado por ambos que en ningún otro proyecto. Contaría como se impulsaban por las drogas y cómo se retraían por las posibles tomas falsas. Sería un corto en el que nadie entendería el hilo, pero que en el fondo, a todo el mundo gustaría.
Podría, pero no, no AHORA.

martes, 17 de marzo de 2009

Todos lo haremos mejor

Siempre que puedo, que sale el tema o que creo conveniente, digo a quien sea que estudio Aeronáutica. No sé, suena bien. Aeronáutica. Estoy en primero pero ya nos enseñan un montón de cosas interesantes: turborreactores, sistemas de propulsión, partes de un avión, entre muchas otras cosas.
Aunque siempre que puedo, que sale el tema o que creo conveniente, digo a quien sea, que hay muchas cosas que allí dentro no se aprenden, que el resultado de a+b no siempre es c, en definitiva, como diría el más grande: "encontré en la cárcel tipos con más estilo que en la universidad"

domingo, 1 de marzo de 2009

Cinco puntas

Suena Bright Eyes. Es la cuarta vez que borro las cuatro líneas que empiezo a escribir, y es que, la verdad es que no sé muy bien por qué quiero escribir aqui. Siempre que publico cualquier cosa lo hago por algo, o por alguien. No me pasa nada más allá de lo que seamos capaces de entender de la canción que tanto le gustó de Nacho Vegas, tampoco creo que mi enfado monumental por haber perdido el barcelona y haber soportado en ese hervidero de sentimientos blancos, ridículos, despectívos y retrógrados con la cara que mejor podía poner ante tal percal, sea motivo suficiente para insiprarme en ello. Las pastillas para desactivar los volcanes en erupción, en teoría, entrecomillado para recalcarlo, no me dejan beber ni fumar. O eso dice internet. Yo no fumo así que por ahí me da igual, tampoco suelo beber. Así que ayer me valió una cerveza para salir por ahí y creo que ella tienen la culpa de que ahora esté aquí.

lunes, 23 de febrero de 2009

jueves, 19 de febrero de 2009

Para todos vosotros.


Me voy. Por fin, llevaba mucho tiempo pensándolo pero nunca me decidí. Sospechas ligeras formadas con pequeñas cosas, ganas insinuantes de la aventura. Relax. Por fin.
Nacho Vegas se hace de rogar. Pasan las y media y aún no han salido ni a afinar. Nuevos planes, idénticas estrategias. Siempre algo para recordar.
Al fin aparece, desairado, jersey gris tres tallas mayor con habitantes esféricos en su interior. No saluda, no habla, no mira al publico, sólo canta. Plaza de la soledad.
El desastre manifiesto se asomaba por la ventana mucho días atrás. falta de seriedad, falta de educación. Gang Bang, y escupe. Todos se ríen, incluso el publico se ríe. Es NV.
Tanto populismo con el tío de la vara que nos dan por culo a base de crujidos. Con martini en mano. Para seguir con su ley de incongruencias, su séptima canción se titula ocho y medio, acustica, suave, el publico se calla, el suda, se gusta.
Se avecinan días estraños consecuencia de la imposiblidad de detener el tiempo, juntar una por una, y hacer un remix en condiciones, todas juntas, en armonía, disfrutando.
Al tercer día perdimos el control, fruto de la incomprensión, fruto de la falta de perdón. Se acumulan secretos y mentiras, sólo hay dos opciones, morir o matar.
Fracasé una vez, fracasé diez mil y aún así alzo mi copa hacia el cielo (con dos, tres, once, o veintitres).

martes, 10 de febrero de 2009

Desastre manifiesto

'¡Joder!'
Te repites día tras día sin saber el porqué. No entiendes cómo has llegado hasta ese punto pero te ves allí de forma inevitable. No quieres asumir la situación, la cruda realidad duele y no puedes echarte para atrás. Es demasiado tarde, buscas algo que pueda hacerle sombra pero no ves nada que se le parezca. Tus compañeros de clase no te pueden ayudar, estamos agobiados con exámenes y en estos momentos nadie puede hacer nada por nadie. Ni si quiera tus amigos, también liados, algo distanciados por las evaluaciones de nuestros respectivos futuros. Nada, la cosa está jodida. Quieres echar mano de tu hermano pero cuando te decides a hacerlo está camino a Barcelona para pasar unos días en Túnez de viaje de mitad de carrera con gente de otra carrera. El mundo se ha vuelto loco, nada concuerda, nada tiene solución. Tus padres piensas que nunca sabrían ayudarte en una situación así. Aunque seguro que sepan tú no tienes el coraje de enfrentarte a la realidad y contarlo. Buscas algo, una solución, una salida. Algo. Internet lo sabe todo pero con tanta información es inútil tratar de preguntarle algo así. Tratas de solucionar tus problemas escribiéndolos pero no si quiera así parecen coger un color, una forma o incluso una definición. La situación está al límite, ya no puedes esperar más. Así que meditamos.
No es posible que no tengas ni una sola colección. Ni siquiera compras chapas a menudo. Ni cuadros ni libros. A lo sumo una serie de palabras escritas en un blog ficticio que ni se puede tocar. Nada tangible.
Es hora de tomar una decisión.

Todos los miércoles compraré el jueves.

sábado, 17 de enero de 2009

a-puro e-imaginario

A la víspera de la entrada numero cien del 'diario de pasao mañana', aprovecho un momento entre la resignación y la meditación para hacer la penúltima.
A todos los que quieren o se atreven a adentrarse en este mundo les pido antes de leer cualquiera de las palabrerías que de vez en cuando escribo que me digan algo que me haga reír para poder tener al menos un buen recuerdo de aquellos que sé que algún día me leyeron, algunos que quizás me intentaron entender y aquellos que sin duda lo consiguieron.
La música prefiero ponerla yo porque son pocos los que consiguen apreciar aquello que me hace estremecerme dependiendo del ritmo en el que nos metamos, del que no conseguimos salir o del que eres incapaz de formar parte.
Por eso, por las risas, por la música, y por todas las contradicciones que todo ello tiene implícito trato de darle un sentido, cuanto menos, divertido.

miércoles, 7 de enero de 2009

Feliz año

Busco la inspiración en un orgasmo y en la droga, blanda, claro. Blanda por eso de que siempre fui muy de llorar cuando las cosas no pintaban bien. Me masturbo y fumo un porro poder sonsacarme aquello que hoy no me ha dejado disfrutar como merezco. Suspiro y escribo ‘en primer lugar he vuelto a pensar en ti y en segundo lugar he vuelto a pensar en mí.’
La batería del ordenador no es tan verde como yo quisiera, pero me sirve. Qué casualidad, otras cosas también. Me sirve y me ayuda, me apresuro, doy una última calada de inspiración y me sumerjo en algo que quizás consigas imaginar, pero que nunca conseguirás entender. Son canciones y son discusiones; podría ser poesía aunque carezca de ritmo, la rima la ponen los recuerdos, y el título, los momentos; no son reflejos ni son fotografías; parecen mentiras y resurgen trapos sucios. La batería baja, y el ambiente se purifica.
Mi mano fascista, que no dictadora, me llevó a tomar una decisión muy acertada. Corto el denso humo con su rapidez y lo hago: ‘en primer lugar he vuelto a pensar en ti, y en segundo lugar he vuelto a pensar en mí.’
Creo que no es mala forma de empezar el año. Pienso mis propósitos y quizás, si el verde me lo permite, los escriba como objetivos, por no repetir propósitos. Sólo con mi imaginación y mi sexto sentido (no sólo mío, pero para mi el sexto sentido de todos), el de recordar, disfruto de una de las mejores compañías cuando oigo roncar y cercioro, una vez más, que aquí sólo estamos Centa, mi sexto sentido, y yo.
El tiempo ha volado. Esto ya ha terminado.
Feliz año.