lunes, 16 de abril de 2012

Marwan

Me ha vuelto a pasar, y aunque me llamen castellano y yo me defienda Leonés, ha sido en Gijón. Marwan en cartel. En el escenario. Cantando. Haciendo reír. Haciendo pensar. Diciendo sabes. Haciendo REÍR. Haciendo soñar. Recitando. CANTANDO. Eran muchas cosas y muchas eran buenas. La única mala es que faltó Meninos, pero hubo Meninas, y por eso me ha vuelto a pasar.

Enamorarse en la barra de un bar, como dice Ismael Serrano, ¿quién no se ha enamorado en la barra de un bar? Enamorarse en un concierto, pero no un concierto sin más. Un concierto en el que tocó dos canciones al principio sin hablar, y luego hablaba sin parar y tocando canciones para respirar. Aire fresco y contagioso en forma de carcajadas de un público que bien podría ser una familia, gente con la que iría a cenar, gente con la que me gustaría charlar. Un violín de fondo que volaba sin parar en perfecta formación con guitarra y voz que se unen sin igual. Que si bien es cierto que el futbol hace olvidar el descontento general, súmale a la música la victoria del Barça y el olvido es total. Miradas en busca de miradas con banda sonora común. Esperar otro concierto para tener la certeza de recomendarlo y acertar. Esperar otro concierto para compartir todo lo que escribo y lo que no soy capaz de expresar con toda mi gente y disfrutar.

Y aunque mañana me olvide de ella, ayer me volvió a pasar, y creo que la culpa es de Marwan.

jueves, 5 de abril de 2012

Cuando éramos adictos

El valor de este texto, -como casi siempre- sería indiscutiblemente mayor si ahora mismo estuviera con un cierto grado de alcoholismo que no me permitiera conducir ni un coche de choque.
Si no viera las teclas porque el humo en esta cueva fuera denso y colocara. También sería jodidamente -hacía mucho que no escribía, y de las cosas que más echaba de menos, era teclear jodidamente, me sale sin mirar- (infinitamente) mejor si no te conociera.
La verdad es que me acuerdo entre nada y NADA, y hablo de negación, de nulo, nothing, el día que apareciste, o que aparecí, o que aparecimos, o que aparecieron, o apareció, o que aparecistéis.

Y el ruido de este maldito ordenador me hace olvidar por qué he vuelto hacia aquí. Me pone nervioso y mi cabeza es una olla con las ideas en estado de ebullición.
Me limito a seguir obviando lo mejor, escuchando sin parar nuestras diferencias congeniar.