Es meterse en el Cantábrico
sin ser verano
sin toalla
saltando las olas del frio
esperando que no salpiquen
como si fuera posible
evitar las gotas heladas
y acabar eufórico
y muerto de frío.
Es acostarse un sábado
sin madrugones
sin ruidos
y en la guerra de pensamientos
que vienen antes del sueño
vuelva la idea
de que llegues de imprevisto
y acabar con tapones
y vuelta al insomnio.
Es tomarse la última cerveza
sin haberla pedido
sin dinero
pensando que a esas alturas
con todo lo que había bebido
no notaría la diferencia
por mucho que diga ser abstemio
y es una resaca que dura
y sigue removiendo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario