martes, 23 de febrero de 2010

Papá, papá...

Lo que más le costaba a la hora de escribir era poner el punto final. Cerrar las historias se convertía en una nueva historia con un final común. El titulo solía ponerlo al acabar de escribir y haberlo leído un par de veces.
Estaba bloqueado, delante del ordenador, y le rondaban varias cosas por la cabeza. El titulo se la sudaba, pensaba en poner algo llamativo para captar su atención pero sabía que tarde o temprano lo leería. El final lo tenía decidido. Sabía cómo y cuándo poner ese punto final. Pero aquella historia estaba al revés. No sabía empezar.
Su estilo era vivir, asimilar, y escribir. Mil cosas por contar contra pocas por asimilar. Duelo de sentimientos equívocos con un fondo común. Escenario familiar corrompido por la amistad. Listones insuperables. Consecuencias.

Dinero: objeto, símbolo, cosa, a la que atribuimos por convenio un valor mayor o menor, y con lo que solucionamos los problemas.
No, todos NO.