sábado, 11 de febrero de 2017

ACTO III

Disfruto cada vez que esperando el metro llegan ambos trenes al mismo tiempo. De los desayunos en la terraza de este invierno madrileño. De los restaurantes nuevos. De las luces que alumbran lo necesario para no perderme detalle. De los cigarros que se vuelven coloquios al otro lado de la pantalla. De las fotos invisibles que parecen mentira porque te mueves. Del insomnio voluntario.

Me sacan una sonrisa los extraños que dicen buenos días. La facilidad con la que siempre pagas una ronda. Los planes que parecen locuras aunque se queden en planes. Los sustos seguidos de golpes oníricos. Las manos que bailan a escondidas a la altura de tus piernas, mi bufanda. Las pistas que dan pistas en si mismas. Los insultos que vienen cargados de cariño. Las colonias de desconocidos que me transportan a los sitios donde ya he estado. 

Me emocionan los amigos que se reafirman en los peores momentos. Las canciones en directo que unen un pasado y un futuro.  Las familias que nunca dejan de serlo por mucho que las partan. Los abrazos nocturnos que me despiertan del más profundo sueño. La gente en la calle protestando y consiguiendo sus derechos. Las miradas contra miopes que se convierten en jadeos intercalados con besos después de un aplauso coordinado.

No hay comentarios: