viernes, 18 de septiembre de 2009

Marionetas invisibles. La mujer del apoderado.

Las voces del sabio desaparecieron a lo lejos juntos con sus pasos. El silencio al que dio paso con sus últimas palabras se rompió con un hervidero de murmureos continuos. El Rey y el Carnicero, sorprendidos como uno más, dejaron de tener el protagonismo que todo el pueblo les había dado.
Sin embargo, el Sabio, se dirigió al único sitio en el que en todos sus discursos, panfletos repartidos, charlas y demás propagandas, siempre señalaba. Era el bar "El arrepentido", donde su dueño se ganó la fama de barman psicólogo que servía el único medicamento que a altas horas de la madrugada hacía efecto a quienes frecuentaban su local. Allí, como cualquier otro día a cualquier otra hora, estaba la mujer que hacía de ese lugar su segunda vivienda, si no fuera porque su dueño le echaba cada noche a la hora de cerrar. Era una mujer guapa, bien vestida, perfumada cada mañana y apestada cada noche, de buen ver, y con mucho dinero. Vivía sola, estaba casada pero su marido, por motivos de trabajo, no pasaba por el pueblo mas que una vez al mes. Era conocida como la Mujer de apoderado, y allí estaba una tarde más.

-¡Ya está aquí el listillo del pueblo! - se apresuró a vacilar en cuanto el Sabio entró por la puerta- ¿De qué nos quieres convencer hoy, del capitalismo en que estamos, de la farsa de país en que vivimos, de... -De que no sólo la puta eres tú, ¡putas somos todos!- Le cortó el Sabio con voz decidida. Ella, contenta artificialmente como era de esperar, reía a carcajadas. Cuando paró, por fin pudieron hablar.

-Vengo de la plaza de la charla del Rey y de mi amigo el Carnicero. Por fin ha pasado lo que tantas veces imaginé, la gente no veía a quien hablaba, sólo le escuchaba.

El Sabio, cansado de explicarle lo vivido en la plaza, dispuesto a marcharse por donde horas antes había entrado, fue cortado por la Mujer del apoderado:

-¿Y lo de las putas?, explícame lo de las putas.

-Putas somos todos. Todos queremos algo que no tenemos y para conseguirlo hacemos cualquier cosa. Yo mismamente, me emborracho para poder explicarle a gente cómo tú lo que no soy capaz de hacer un martes por la mañana. Eso es una forma de prostitución. Prostitución mental. Cambiamos embriaguez por facilidad de palabra. ¿Y tú? Tú cambias el dinero de tu marido por la compañía del barman, que piensas que te ayuda, pero sólo te cobra. Ves, él es otra puta, porque cobra. ¿Y los del pueblo? Los del pueblo más de lo mismo, creían que al acabar la charla del Carnicero repartirían cualquier cosa, cualquier cosa por estúpida que fuese les valdría, como tantas otras veces. Ellos cambian su tiempo por algo inútil. Cambian cualquier cosa por la novedad, por algo que no tengan.

3 comentarios:

hesterilla dijo...

cagate lorito! como mola por Calamaro!

Putas todas!
y ellos unos violadores....me recuerda a cierta peli que algun dia veremos juntos!

(guiño guiño)

besin besin!

Anónimo dijo...

A mi esa peli también me suena mucho.
Vivan las idas de olla que no lo son tanto.
¡¡¡BRAVO MUCHACHOS!!!

fer dijo...

buen final si señor, ya tienes la última.

y si las construimos de verdad?

bravo.